“En la planta alta queremos dos cuartos principales. Uno para mí y otro para mi esposa. Y que cada uno tenga su baño”. Al principio, la propuesta le causó sorpresa a Ana Palavecino, diseñadora de interiores. Después, cuando el trabajo estuvo terminado, la idea le pareció muy buena y comprensible.

Aunque todavía es un tema tabú, cada vez más parejas deciden dormir bajo el mismo techo, pero cada uno por su lado. No consideran que sea el primer paso para una ruptura sentimental. Los motivos son diferentes en cada caso y no se puede generalizar, sostienen los sexólogos.

Cuando descansar juntos ocasiona más problemas que beneficios, no hay que dudarlo: es mejor que cada uno tenga su espacio para dormir. A largo plazo un mal descanso afectará mucho la relación de pareja. Muchos coinciden en este punto. Pero surgen dudas: ¿Cómo puede afectar esto a las relaciones de pareja? ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de dormir separados?

“Caducó la idea que teníamos del amor romántico”

“Cuando las parejas comienzan a convivir, a tener más intimidad, a usar los mismos espacios, se inician una etapa de descubrimiento. De repente, esa nueva intimidad es reconfortante, favorece el deseo, posibilita el descanso, crece la relación. Pero a veces, de repente, aparecen hábitos como el de usar el teléfono a la noche para ver qué pasa en las redes, subir historias, ver series, usar la tv de pantalla grande que ilumina todo el cuarto con volumen, lo que dificulta el sueño de la otra persona. Y esto se repite todas las noches. O de repente uno de los dos ronca, de manera que despierta al otro. O hay horarios muy distintos. O un problema de salud que lleva a que se levante con frecuencia durante la noche. En todos estos casos, la pareja plantea dormir en camas separadas o en diferentes cuartos”, describe la médica sexóloga Amelia del Sueldo Padilla, de acuerdo con su experiencia en el consultorio.

Según la profesional, esto no significa un deterioro en la pareja, al contrario. “Porque se puede hablar y encontrar espacios de intimidad en otras horas u otros lugares”, remarca. “Obligarse a sostener una situación que perturba el sueño y el descanso sí puede ocasionar desgaste. Antes, hasta a las almohadas de las camas matrimoniales las tenían que compartir porque venía una sola. Con toda suerte, hoy esto ya no es así y las parejas tienen más libertad a la hora de elegir lo que les gusta sin que signifique desamor ni deterioro”, sostuvo la presidenta de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual.

Percepciones

Solemos tener una concepción de la cama como un lugar íntimo que crea más unión. Como consecuencia, plantear una separación a la hora de dormir, se podría ver como que se está rompiendo con la pasión. A veces hay parejas que, por el contrario, apelan a dormir separados para generar encuentros y recuperar esa “llama”.

El psicoanalista Gabriel Artaza Saade considera que recuperar la pasión en una pareja no pasa por dormir o dejar de dormir juntos. Está más vinculado a que haya erotismo. “Ahora bien, el erotismo no es convertirse en un metro sexual, eso es caer en las trampas de nuestra sociedad del espectáculo. Como sujetos somos productos del lenguajes, es decir que estamos hechos por palabras, de ahí que mantener en vivo el fuego de la pasión en la pareja es mantener en vivo el fuego que es de la palabra. Ser ‘fuego’ o ‘fuega’ como se dice ahora, es serlo con las palabras”, evalúa.

El historiador Roger Ekirch, profesor de la Universidad de Virginia y autor del libro “Al cierre del día: las noches en tiempos pasados”, explica que dormir en la misma cama es una costumbre primitiva. Surgió, entre otras causas, por el miedo y los terrores que causaba la oscuridad en la imaginación de los seres humanos, que preferían amontonarse en un mismo colchón para sentirse más seguros. También era un recurso para combatir las bajas temperaturas.

En las clases bajas de la Europa preindustrial, era costumbre que toda una familia durmiera en la misma cama, explicó Ekirch en el diario The Atlantic. Las parejas nobles, para mayor comodidad, en ocasiones dormían separadas, especialmente cuando uno de sus miembros estaba enfermo.

Han pasado muchos años, siglos y esas imágenes se van modificando poco a poco, explica la diseñadora Ana Palavecino. “Ya no existe la casa típica. Vemos que el hogar hoy se adapta más a los usos que les dan sus integrantes y se prioriza la optimización de los ambientes. Cuando me plantean dormitorios separados, me parece una idea bárbara sobre todo en aquellas parejas que tienen actividades muy diferentes y eso afecta su descanso. Cambiaron mucho los tipos de trabajo. Hay personas que no tienen horario y prefieren trabajar de noche. Y su pareja se levanta muy temprano; entonces eso puede ser motivo de pelea. En otros casos, el problema es el aire acondicionado. También está el tema del colecho: parejas que duermen con los hijos”, enumera. En definitiva, se van corriendo las imposiciones. Y hay quienes entienden que la intimidad de una pareja se sostiene preservando la de cada uno.

En el mundo: casos famosos de parejas que decidieron no dormir en la misma habitación

La reina Isabel II y su esposo Felipe tienen cada cual su cuarto, grandes habitaciones conectadas por una tercera que vendría a ser la zona neutral. Hace poco la actriz Gwyneth Paltrow confesó que con su flamante marido decidieron no dormir todos los días juntos, ni en la misma casa, para no arruinar su matrimonio. Estos ejemplos muestran una realidad que suma adeptos en el mundo: según una encuesta realizada en 2015 por la Fundación Nacional del Sueño de Reino Unido una de cada cuatro parejas duerme en habitaciones o camas separadas. En Canadá el porcentaje alcanzaba al 40%.